lunes, 13 de abril de 2020

¿Qué sería del mundo sin música?

Buenas noches. ¡Por donde empiezo! Como has podido observar, me he tomado la Semana Santa de vacaciones. He estado completamente aislada de los estudios y tareas para conseguir relajarme y quitarme un poco esta angustia que me persigue.
¿Qué mejor medicina que la música? Pues entre otras muchas actividades, he retomado el piano que tan olvidado tenía, lo cual me llena de orgullo y de felicidad. Parece mentira pero, empecé a tocarlo con tan solo seis años hasta hace tres años que lo deje y, por suspuesto, no me podía olvidar de ello. Una vez cumplida esta tarea que contentaría tanto a mi como a mi madre, me motivé y empecé con la guitarra. Siempre había tenido curiosidad por el funcionamiento de este instrumento y, al fin, le he dedicado tiempo. 
Sinceramente, no me acordaba del poder que tiene la música, de los beneficios que esta nos puede aportar. Estoy muy feliz de seguir tocando el piano, aunque ahora por mi cuenta, y de aprender,  lentamente, a tocar la guitarra. 
Finalmente, me declaro una fanática de la música. Nunca pensé que me daría tanta alegría, especialmente en momentos como este. Porque aunque a veces cree frustración, los resultados son muy satifactorios. 



Una de mis obras favoritas que he tenido que estudiar este año es El Árbol de la Ciencia
(1911)  escrita por Pío Baroja. Trata de reflejar una visión crítica de la realidad española y la vida como una continua lucha a través de un protagonista (Andrés Hurtado) que imita su historia. Este autor expresa un gran pesimismo en sus obras representadas por personajes en acción o abúlicos. Utiliza una estructura abierta con episodios aparentemente inconexos y con gran importancia en los
diálogos. Narra la historia de un joven amargado por sus continuos fracasos y negativa perpectiva de la realidad.


1 comentario:

  1. A los sanitarios, es CI, ¿no?

    Todo lo demás, perfe. Y repito, me encanta tu diario.

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